En la Caracas de antaño, cuando la ciudad aún conservaba su encanto colonial, vivía un personaje singular: Antonio Pacheco.
Este hombre se dedicaba a cultivar flores en las frescas alturas del Ávila, específicamente en la zona de Galipán. Cada año, al llegar el mes de noviembre, Pacheco emprendía un largo descenso por el camino de los españoles, cargado de coloridas flores que buscaba vender en la capital.
El frío que acompañaba a Pacheco
Coincidentemente, con la llegada de Pacheco a Caracas, las temperaturas comenzaban a descender notablemente. El frío que acompañaba al floricultor desde las montañas se extendía por toda la ciudad, anunciando así la llegada del invierno.
El nacimiento de una expresión
Con el paso del tiempo, los caraqueños asociaron la llegada de Pacheco con el inicio de las bajas temperaturas. Cada vez que el frío se hacía sentir, era común escuchar la frase “¡Llegó Pacheco!”.
De esta manera, el nombre de este humilde floricultor se convirtió en sinónimo del invierno caraqueño, y la expresión se arraigó en el habla popular hasta nuestros días.
Más que una expresión, una tradición
“Llegó Pacheco” es mucho más que una simple frase. Representa una tradición oral que conecta a los caraqueños con su historia y su entorno natural. Además, simboliza la llegada de una época especial del año, llena de costumbres y celebraciones.
¿Qué significa “llegó Pacheco” hoy en día?
Aunque Pacheco ya no baja del Ávila para vender sus flores, la expresión sigue vigente. Hoy en día, cuando escuchamos “llegó Pacheco”, evocamos recuerdos de inviernos pasados, de tardes acogedoras junto a la chimenea y de la alegría que trae consigo la época navideña.